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miércoles, 13 de julio de 2011

Distancias que vuelven a ser cortas

Allí estaba yo, esperándola como de costumbre en nuestro banco preferido. Cinco minutos después llegó. Se abalanzó sobre mí, me abrazó y me besó como nunca lo había hecho. Hacía casi un mes que no nos veíamos, ella se había ido de viaje con sus padres.
Cuando nuestros labios terminaron de tocarse, me dijo: "te he echado de menos". Yo le contesté haciendo una mueca de esas raras que le hacían tanta risa, le agarré la mano y nos dirigimos a nuestro césped como cada tarde de sábado. De camino al césped, hablamos de su viaje y de lo que había hecho yo en su ausencia. Llegamos a la hierba y nos tumbamos detrás de ese enorme nogal que nos daba siempre sombra en los calurosos días de verano.
Ella estaba tan hermosa como siempre; y sus ojos color marrón claro me seguían hipnotizando en cada mirada. Nos revolcamos juntos en la hierba, nos besamos, nos abrazamos... Recuerdo que su pelo terminó despeinado, lleno de césped... Pero eso no le importó. En su bolso tenía su particular peine negro; y me dijo que le peinara. Le peiné recordando todos nuestros antiguos momentos, recordando nuestro primer beso, nuestro primer te quiero, nuestros abrazos... No lo puedo negar, la amo.                                                              




-diarioderomeo-

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