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domingo, 19 de diciembre de 2010

Ahora que no estás:

2ª PARTE

AHORA QUE NO ESTÁS
<< Ahora que no estás me doy cuenta de que algo de mí se fue contigo, algo que nadie puede devolverme. Algo que sólo tú y yo vivimos… Ahora que no estás, soy amiga del olvido, paseo con la soledad mientras sueño con tu cariño. Ahora que no estás, ya nada tiene sentido, las risas suenan vacías, el mundo se ha vuelto frío, las lágrimas ya no curan y los besos son un recuerdo de lo que un día habían sido…>>. Como cada tarde desde que Romeo se había ido, acabé mi carta y la guardé en un cajón. Había hecho una tregua con el tiempo y me había concedido unos minutos al día para huir de la realidad. Sólo unos minutos en los que cada tarde escribía a un recuerdo de lo que un día fue. Pero la verdad era que Romeo ya no estaba y yo tenía que seguir adelante. Así que, después de pasear por mi memoria y entre pedazos de mi corazón roto, despertaba de mi pequeño sueño y me colocaba una sonrisa de cartón y una armadura de despreocupación para esperar que llegara el día siguiente. Me había acostumbrado tanto a fingir que todo iba bien que había veces que llegaba a creerme mi propio en gaño… Pero en el fondo yo sabía que algo se había parado ese día. Mi reloj dejó de sumar minutos y se congeló con el último beso de Romeo… Y probablemente nunca volvería a funcionar.
UN AÑO DESPUÉS…
Había sido un día muy largo, uno de esos que parece que no vayan a acabar nunca. En casa no había nadie y eso que ya eran casi las 9. Me fui a mi cuarto y me dejé caer sobre la cama… Sólo quería cerrar los ojos un rato y olvidarme de todo el mundo, pero al tumbarme noté algo debajo de mi espalda. Era un sobre, una carta. Lo cogí preguntándome quién se habría dedicado a escribir algo así, hacía tiempo que yo ya no creía en los cuentos de hadas, desde… Bueno, qué más daba. Miré de quién era, pero venía sin remitente, no debía ser para mí… Dentro sólo había un pequeño trozo de papel: << Volveremos a estar juntos… Esta noche las estrellas, la luna y yo te esperaremos en la azotea…>>. Arrugué el papel con rabia, quién podía ser tan cruel como para hacer algo así… Mi dolor y mi tristeza, instalados ya en mi corazón desde hacía un año, no me permitían ver que aquello podía ser verdad… Pero entonces mi mirada se cruzó por casualidad con el reloj de la pared. Mis ojos se clavaron en las agujas que marcaban la hora y el tic tac lleno mi habitación y resonó dentro de mí… Y entonces, sin saber por qué, el tiempo volvió a contar de nuevo, pero esta vez el tic tac no era del reloj de mi pared, sino de mis latidos… Eché a correr hacia la azotea sin saber muy bien qué encontraría allí, sabía cuál era mi deseo, pero parecía tan lejano e imposible que no podía ni siquiera pensarlo. Si después no era verdad… ¿cómo seguiría adelante? Pero abrí la puerta y mi pregunta ya no tuvo sentido. Él estaba allí. << Una noche, en esta azotea, te hice una promesa… y si aún quieres, podemos cumplirla juntos…>>. ¡Romeo! No puedo explicar todo lo que pasó en ese momento porque las imágenes y sensaciones se entrecruzan en mi memoria y las lágrimas acuden a mis ojos con facilidad. Sólo puedo decir que esa noche, el silencio y las estrellas volvieron a ser testigos de cómo el amor no se cuenta con palabras… De cómo el reloj que un día se paró dentro de mí volvió a funcionar con fuerza, para sumar minutos llenos de instantes eternos. Esa noche, Romeo y yo supimos que volvíamos a ser uno y la luna, que volvía a mirarnos desde el cielo, igual que lo hizo un año atrás, ya no lloraba… Nunca más lo haría.
Espero que os haya gustado esta historia tan bonita.
Reflexión: " El amor verdadero supera los grandes baches de la vida."

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