
Al fin y al cabo, tanto no me quedó por decir como pensaba hace unas semanas. Lo esencial es invisible a los ojos, decía El Principito. Pero mis ojos te lo decían todo. Los conocías, me conocías. Sabes cuál es mi esencia, en lo que creo y dejo de creer... No hace falta que diga nada más. El tiempo nos pondrá a cada uno en su lugar. Y sí, creo en el destino; pero todavía creo más en mi.